lunes, 25 de agosto de 2008

La culpa

LA CULPA





Revoloteando en el aire a mil revoluciones y sin cansancio, excitados, extasiados se encontraban ya los zamuros; debajo de la sombra de aquel árbol y a no más de 300 metros me encontraba yo divisando aquel espectáculo.

Me había encomendado hacer un reportaje mi editora por ordenes exclusivas de mr cool, director y jefe del Soñoliento, periódico matutino de mi ciudad natal y donde yo me desempeñaba.

El reportaje consistiría en monitorear a unas personas que hacia algunos meses se habían radicado en el vertedero de la ciudad, a pesar de las condiciones infrahumanas que allí existían estas personas lo veían como el lugar perfecto para refugiarse, de ahí pensaban ellos, obtenían lo que necesitaban para vivir, techo (aunque no fueran mas que sucios colchones con un barril en cada punta y estos a su vez sostenían unas viejas, rotas y acabadas tapas de zing?, comida para escoger (proveniente de la mas variada y amplia basura que allí era vertida), y “seguridad”, seguridad esta que era brindada por dos sujetos: perro e taller y el tendedero, sujetos que ejercían una especie de dictadura en el vertedero, en 1er lugar eran los que tenían la prioridad de revisar los camiones que ivan a botar desperdicios para que según ellos les tocara lo mejor, si la palabra mejor cabe aquí, y en 2do lugar se le debían pagar favores sexuales, favores estos que eran requeridos a diario por nuestros promiscuos y aventajados amigos, estos Vivian en el centro del lugar y a su alrededor se disponían los otros catres, situación esta que aparentaba a unos reyes con sus respectivos harenes, ya que las personas asentadas allí eran en su mayoría mujeres y niñas, y uno que otro niño aun muy pequeños para escapar de aquella realidad, cosa que hacían apenas podían.


Esta escasa información la había recabado en casi un mes de investigaciones prácticamente diarias que hacia en el lugar, lo que me tenia muy frustrado.

Debo confesar que cuando me asignaron este monitoreo me indigne en sobremanera, brinque, patalee, relinche grite que no era digno de mi, por supuesto que tanta alharaca fue en vano, y aprendí a agradecerlo porque me permitió aprender en un mes mas de lo que aprendí de sensibilidad personal en 5 años de universidad, ahora nadie podría apartarme de esta historia era mía la poseía la había echo mi vida, otra cosa fue la indignación tan grande que sentí al enterarme de los sometimientos sexuales del tendedero y perro e taller, sin pensarlo fui a la estación de policía a contar lo sucedido y






donde me recibieron con un sonoro jajaja tas loco?, se te aflojo un tornillo?, nosotros meternos para ese monte?, nosotros tratar con esa gente?, con ese olor?, por favor, que se las arreglen como puedan ellos, mejor vete y déjanos trabajar.



Me sentí como cuando era niño y mi hermano mayor me molestaba, me pellizcaba, me saboteaba y cuando recurría a la divina autoridad ( mi madre), esta me remataba y me decía siga, ud se lo busco, y entonces me iva mas triste, mas golpeado, mas decepcionado, fue cuando decidí implementar un plan para ayudar a aquellas personas, estaba dispuesto a no permitir que estos desalmados se siguieran saliendo con la suya, aun mas se me olvido el fin, el cometido de mi trabajo la razón por la que yo allí estaba, en mi mente solo había un sentimiento de venganza de desahogo de liberación propia, ya no era ni siquiera el ayudar a esas personas, era la venganza lo que me movía.

Entonces actué, convencí a dos jóvenes, mas bien niños que todavía pernotaban ahí de ayudarme, ellos debían de llegar junto a perro e taller y el tendedero a “ venderles” dos botellas de ron que supuestamente se habían encontrado, demás esta decir que la intención era que estos se las arrancaran en el acto de las manos, como de hecho ocurrió, una vez terminada esta parte del plan los dos niños vinieron a mi para confirmarlo, el resto era solo esperar a que el licor hiciera su parte, a estas alturas ya estaba casi acostumbrado al olor y a lo que en el basurero había, por eso había llevado un par de pizzas y refrescos con los que iva a premiar a mis noveles cómplices, inocentes estos que ni se imaginaban lo que yo, maquiavélicamente había planeado.

Mientras compartía el botín (las pizzas y refrescos), con los niños me asaltaron muchos pensamientos; tristeza, amargura, odio hacia el sistema, maldiciones hacia esos hogares “mal formados” por padres borrachos que golpean a la esposa, violan y preñan a sus hijastras y madres que no teniendo otra posibilidad o teniéndola, se callan se aguantan, se silencian ellas mismas, se vuelven indolentes de todo y permiten atropellos, malformaciones y crean un “hogar” aun mas dañino, peligroso, desahuciado y aborrecible por sus componentes, pensé en esos políticos, malditos mil veces por enriquecerse a expensas del ignorante, del que cree que obtendrá cierto poder o cierta notoriedad por apoyarlo, por desvivirse por el, por dar su vida si fuese necesario por defenderlo, entupidos todos, inconcientes que piensan que esa es la solución a sus problemas, gente que olvida que comida para hoy, pero hambre para mañana.

Aborrecí y vomite hasta la saciedad este capitalismo destructivo, que enriquece mas, cada día mas al rico y empobrece, embrútese y entierra hasta el nivel de subsuelo al mas pobre, sentí odio de mis profesores que no me enseñaron la realidad de la vida y hasta rabia de mis padres que me protegieron, que me encerraron en una burbuja que no me dejaba ver la realidad y sin la cual ni era capas de respirar.







Entre pensamientos, diatribas, odios, reproches se me fue el tiempo, tuve que despertar a los dos niños que después del festín se habían quedado dormidos allí en el suelo frío e hiriente, estos corrieron a sus aposentos a cobijarse debajo del brazo de la madre, que no de una suave y limpia cobija.



Fue entonces que repase por última vez y mentalmente mi plan, arrastraría estos dos sujetos unos 10 metros al sur donde había una montaña de chatarra acumulada algo
alta, lo suficiente pensé yo, y una vez allí, empujaría con mi jeep, empujaría y no pararía hasta que esta chatarra los arropara con su manto y los llevara al infierno que esta allí impaciente esperándolos.


Me acerque entonces donde los mal llamados terratenientes habían tenido su escape y estos yacían ahí tirados, dormidos, borrachos, inconcientes, ausentes, los toque, los moví, los pateé, los escupí, los orine, pero no dieron señales de vida, fue entonces cuando me sobrevino un sentimiento raro, extraño, errante que muchas personas insisten en llamar cargo de conciencia, que me decía… y si ellos a su vez lo hacen para olvidar, para poder sobrevivir, para vengar lo que ellos vivieron en sus hogares, para vengar aquellos golpes que la vida día a día insiste asestarle, para huir de aquella realidad que los destierra, que los aparta, que los mal forma y solo entonces así y allí se sienten gente aunque de una forma grotesca y desviada se sienten jefes poderosos, dueños y señores de algo, entonces que tan culpables son ellos mismos de lo que hacen, que tan culpable es la justicia por permitirlo, que tan culpable son los que le dieron la vida, que tan culpable son los que debieron educarlos, llevarlos por el camino del bien y la buena venturanza, que tan culpable soy yo por ver que la única solución a aquella aberración es cometer una aberración mas grande contra ellos y matarlos…

Entonces de pronto me sentí sucio, asqueado, desahuciado, nauseabundo pero no por el sitio donde estaba que mal que bien ya me era muy familiar si no por esos sentimientos por esa otra suciedad, entonces debí correr, correr y perderme en la distancia sin rumbo fijo, correr sin fin alguno correr y lo único que retumbaba en mi cabeza era, que tan culpable soy, que tan culpable somos, que tan culpables…. Que tan culpables.

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